viernes, 27 de febrero de 2015

A su tiempo

Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Proverbios 24:32.

El éxito no aparece de un día para otro. En la vida todo conlleva tiempo y esfuerzo; y si del jardín se trata, la paciencia es la mayor virtud del jardinero.

Terminaba la estación invernal y mi jardín parecía un solar abandonado. Apenas era una triste maraña de arbustos carente de flores y rosales poblados de hojas secas del verano. Tuve la sensación de que mi jardín nunca más iba a reponerse. Allí habitaba el olvido. De seguro el mundo vegetal había olvidado que era hora de reanudar su curso. Solo yo sentí la impaciencia.

Me disponía a regresar a la casa con este pensamiento cuando sentí que alguien tiraba de mi cabello. Alguien en mi jardín requería mi inmediata atención, y se negaba a soltarme. Al voltear la cabeza, noté que era un rosal, cuyas ramas desnudas y espinosas se habían enredado en mi cabello. Tuve la sensación de que la rosa me obligaba a escucharla; me decía: “Mírame, y aprende de la naturaleza”. Era una de mis rosas favoritas. Nada había en aquel rosal en ese momento que invitase la admiración. No había una sola flor, un solo pimpollo, un solo pétalo que lo hermoseara. Y sin embargo, todo en él hablaba de una belleza futura.

De repente, la imagen de aquel rosal, adornado con sus rosas de verano, apareció en mi mente. Recordé su belleza, su delicada fragancia, la suavidad de sus pétalos, sus colores exquisitos… y me encontré en falta delante de aquel rosal despojado, que tan bien sabía esperar su tiempo.

Salomón nos deja claro que “todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ecl. 3:1). Es normal que a veces nos desanimemos. Es normal que a veces pensemos que Dios demora en regresar a esta tierra o en contestar una oración, o que nuestros problemas no se van a solucionar nunca. Pero debemos recobrar el ánimo. Las promesas de Dios no fallan. Todo tiene su propio tiempo debajo del cielo. Y cuando de la eternidad se trata, Dios tiene su propio tiempo.

Dios cumplirá sus promesas bajo cualquier circunstancia. Nuestra esperanza es “la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos” (Tito 1:2).

-Olga Valdivia.



martes, 17 de febrero de 2015

DIFERENTES MANERAS

Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave. Prov. 1:17.
El proverbio de hoy nos enseña que hay muchas maneras de relacionar nos con las personas. Esta es una lección básica para hacer la vida más eficaz. Muchos sufren porque no aprendieron que un individuo no es igual al otro, y que la relación es más enriquecedora cuando las personas son aceptadas tal como son. El versículo de hoy dice que hay aves que pueden ser cazadas con una red. Pero que no todas las aves serán cazadas de la misma manera. Cada caso es un caso. Cada circunstancia es una circunstancia.
¿Tienes varios hijos? Entonces ya te has dado cuenta que cada uno es diferente, y que necesitas aproximarte a ellos de maneras diferentes. Erramos cuando uniformamos el tipo de educación. Encarar todos los problemas del mismo modo, tratar a todas las personas de la misma manera, no es sabio.
El mundo es un jardín variado y coloreado con personalidades y temperamentos diferentes. Tú ves eso en el hogar, en el trabajo, en el colegio, en la calle, en la iglesia. La firmeza funciona bien en unos, pero no es necesaria en otros. La advertencia es indispensable para unos, e innecesaria para otros. Salomón había aprendido que la red puede ser extendida para algunos tipos de aves, pero que no sirve para cazar todas. Esta multiforme manera de relacionarse con las personas, no significa transigir ni discutir los principios que son trascendentales y eternos.
Hoy vale la pena evaluar la manera como estoy tratando a las personas y encarando las circunstancias de la vida. ¿No sería mi vida más productiva y feliz si cambiara la manera de relacionarme con las personas, considerando la variedad de temperamentos, culturas y personalidades?
Nunca es tarde para cambiar, ni para comenzar todo de nuevo. Nunca es tarde para reconocer el error, ni para pedir perdón. Siempre hay tiempo para aprender a vivir de modo más simple, más humano, menos rígido y menos complicado.
Por eso, hoy, antes de comenzar a relacionarte con las personas, circunstancias y cosas, recuerda el viejo proverbio de Salomón: "Porque en vano se tenderá la red ante los ojos de toda ave".

 Alejandro Bullón


UNA VICTORIA INTEGRAL

Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado;
he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Sal. 26:1.
Sabes lo que el joven rico y el hermano del hijo pródigo tienen en ¿común? La certeza de que sus obras eran suficientes para agradar al padre. Ambos dependían de sus acciones. Ambos representan a muchos hijos sinceros de Dios que luchan por vivir una vida irreprensible, como medio de salvación y no como fruto de la misma. El texto de hoy parece respaldar ese tipo de comportamiento, en la aparente soberbia de David al decir: "Porque yo en mi integridad he andado". David era un pobre pecador arrepentido, que se apoderó de la justicia divina al punto de decir: "mi integridad".
Al mirar este texto viene a mi mente la imagen de muchas personas que dicen: "Nunca voy a poder ser un buen cristiano. No puedo vencer mis hábitos ni mis vicios. Nunca voy a conseguir andar en integridad". Tal vez tú estás viviendo esa realidad. Luchas diariamente para vencer y sientes que no consigues avanzar. Fue lo que le oí decir a Iván mientras arreglaba mi reloj:  "No me gusta ser así, lucho para vencer, pero no lo consigo".
La expresión "integridad" en hebreo quiere decir, literalmente, "corazón enteramente dedicado". El secreto no es vivir una vida correcta como medio o argumento para recibir lo que Dios prometió, aunque es claro que debemos vivir una vida correcta. La clave es el corazón enteramente dedicado a Dios y confiar en él sin vacilar. Es la confianza en Dios lo que hace que el débil sea fuerte, lo que levanta al caído, y lo que restaura al herido.
El texto de hoy es una súplica por justicia. David estaba siendo acusado de traición a Saúl, y éste trataba de matado. La única arma de David era la justicia de Dios, y esa es también la única arma para vencer el mal que destruye nuestro mundo interior. La justicia de Dios es amor, porque Dios es amor. La justicia de Dios levanta al ser humano y restaura en él la imagen perdida de Dios. La justicia de Dios hace por el hombre lo que él no puede hacer por sí mismo. No olvides eso, en las horas en que te asalta el temor de estar completamente perdido.
Al comenzar tus actividades hoy, no cargues más con el peso de la culpa. Deja de sentir la sensación de luchar y no conseguir victoria. Apodérate de la justicia de Dios. Clama: "Júzgame, oh Jehová, porque yo en integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear".
Alejandro Bullón

viernes, 13 de febrero de 2015

MIRA CON QUIÉN ANDAS


Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas. Prov. 1:15.
La noticia me sorprendió. Conocía bien a aquella persona, y sabía que no sería capaz de hacer aquello de que estaba siendo acusada. Y así fue.
El tiempo demostró su inocencia. Meses después me la encontré accidentalmente y al verme, me dijo llorando: "Dios hizo justicia conmigo, pero con todo lo que pasé aprendí una gran lección: Nunca debería haber andado con las personas que realmente cometieron aquel delito".
El consejo divino de hoy es exactamente ese: "Hijo mío, no andes en camino con ellos". ¿Quiénes son? El sabio Salomón los llama "pecadores", y advierte: "Si los pecadores te quisieren engañar, no consientas [ ... ] porque sus pies corren hacia el mal y van presurosos a derramar sangre". *
La expresión hebrea utilizada en el original es halak, que significa andar, no solo en el sentido de moverse, sino también en el de comportarse.
Las personas que no temen a Dios andan desorientadas. La Biblia llama a ese tipo "pecadores", que originalmente quiere decir "aquellos que no dieron en el blanco". No saben para dónde van, porque en realidad ni siquiera saben lo que quieren, siguen la ley del menor esfuerzo, dejándose llevar por la corriente de sus instintos. Y si alguien hace solamente lo que su naturaleza pide, va a acabar andando en el camino del mal.
Andar constantemente con personas que no edifican, encierra dos peligros. El primero, es acabar haciendo lo que ellos hacen y perder el rumbo de la vida. El segundo, es ser confundido con ellos.
Mientras tú vivas en este mundo, te será imposible aislarte. No es ese el tipo de vida que Dios quiere para ti. El cristiano debe ser una persona abierta para relacionarse con todo tipo de gente, pero una cosa es relacionarse por la fuerza de las circunstancias y otra es juntarse deliberadamente con personas que, tarde o temprano, acabarán destruyendo tu vida.
Por eso, hoy, antes de salir de casa, recuerda el consejo de Salomón: "Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas".

 Alejandro Bullón



martes, 10 de febrero de 2015

♥ No estas Sol@



Deja de sentirte solo porque a la verdad no lo estás... 
Hay alguién amandote con todo su corazón, estuvo dispuesto a todo por ti, y aún hace todo con tal de verte feliz. No cometas el grave error de ver solo lo que tus ojos físicos ven, abre los ojos de la fe porque es con ellos que podrás ver a un ser Maravilloso a tu lado, es por la fe que verás a Dios diciendo: "TE AMO", a Dios quién nunca te ha dejado.


 -Nyta Rui





SAL DE ESTA TIERRA


Dios no le extiende una invitación de cortesía al ser humano para salir cuando pueda, o cuando quiera, o que se tome su tiempo para salir del pecado. La orden de Dios es "Vete" en ese momento, en ese instante y le creas a Dios. Deja tu vida de pecado, frustraciones, fracasos y malas decisiones y Vete hacia una vida de alegría, Victorias y de Esperanza.







REPELENTE EMOCIONAL



Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada... porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada. Isaías 62:4.

Alicia soñaba con formar un hogar y tener niños, pero no lograba que sus anhelos cristalizaran. Tuvo varios novios, sin embargo, las relaciones no duraban. Ella era atractiva pero, después de tratarla, nadie le proponía matrimonio. Parecía que tuviese un repelente.

Un día, Alicia me contó que era la menor de tres hermanos y una hermana. Su papá los abandonó cuando ella tenía nueve años. Su mamá tuvo que ausentarse del hogar para trabajar y poder mantenerlos. Su hermana de quince años quedó a cargo del hogar y al cuidado de sus hermanos. Resentida por la situación, se desquitaba con Alicia. La maltrataba y la golpeaba. Le asignaba las tareas más pesadas y difíciles; y aunque las hiciera bien, no expresaba aprobación. Alicia vivía triste y deprimida. Ninguno de sus hermanos la defendía y, si bien informaba de los maltratos a su mamá, ella la ignoraba y no hacía nada por aliviar su situación.

Alicia creció amargada, y ansiaba salir del hogar lo antes posible. No obstante, las relaciones que entablaba no duraban mucho tiempo, pues era celosa y caprichosa, y tenía mal genio. Ya a sus 34 años, las oportunidades de casarse escaseaban, y sufrió depresión y ataques de ansiedad.

Estudié la Biblia con Alicia y le presenté al Novio de la iglesia. Se enamoró espiritualmente de Cristo y entabló una relación íntima con él. Ahora se siente aceptada, perdonada y valorada. Por fin encontró el verdadero Amor de su vida quien, con su ejemplo y su Espíritu, la libró de las cadenas de rencor que la tenían atada.

Es difícil superar por cuenta propia los traumas de la niñez; sin embargo, si te identificas con Alicia, confía en la salud emocional que solo Jesús puede darte: “Yo te restauraré y sanaré tus heridas -afirma el Señor-, porque te han llamado la Desechada, la pobre... la que a nadie le importa” (Jer. 30:17; NVI).

Poco después, Alicia se casó con un buen muchacho. Dios les ha concedido un hogar feliz, libre de las ataduras emocionales del pasado.

Ruth A. Collins





jueves, 5 de febrero de 2015

En medio de tu soledad, allí esta Dios

Dios ve cómo lo deshonramos. Sabe que en los seres humanos no encontraremos consuelo para nuestros males, y se apiada de nosotros porque estamos tan necesitados y al mismo tiempo tan poco dispuestos a hacer de él nuestro confidente, el portador de nuestras cargas. Ve que los seres humanos menosprecian el amor y la misericordia provista para ellos, y dice tristemente: 
"Y no queréis venir a mí para que tengáis vida" (Juan 5: 40).

Nuestra desconfianza es un insulto para Aquel que ha hecho tanto por nosotros. Nunca abandonará a los que acuden a él. Del alma pobre y desfalleciente, cansada de acudir a los seres humanos, solamente para recibir traición y olvido, Cristo dice: "¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo" (Isa. 27: 5).

(Manuscrito 5, del 15 de enero de 1901, "Nuestro pronto auxilio").

D E S P I E R T A


ARCOIRIS DE ESPERANZA
Cuando las tormentas golpean la vida, arrasan con los sueños, la familia y aún la esperanza. Pero Dios plasmó en el cielo del ser humano una paleta de colores que el mundo llama Arcoiris para recordarnos que no importa lo que la vida te lleve, el Dios de la esperanza te lo devolverá.


martes, 3 de febrero de 2015

Salmos 1 Reina-Valera 1960 (RVR1960)


El justo y los pecadores


1-  Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

    Ni estuvo en camino de pecadores,
    Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

                          3- Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,
Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará.

4- No así los malos, 

Que son como el tamo que arrebata el viento.
5-  Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

Ni los pecadores en la congregación de los justos.
6-  Porque Jehová conoce el camino de los justos;

Mas la senda de los malos perecerá.



Nuestras palabras


Más yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Mateo 12:36.

 ¿Nos hemos arrepentido alguna vez de haber dicho algo que no debíamos? ¿Cuán importantes son las palabras que usamos cada día en nuestro trato con los demás? Especialmente, ¿cuánto valoramos las palabras que utilizamos en el círculo familiar?

Es en nuestro círculo familiar donde tenemos algunos de nuestros mayores retos. Es ahí donde los que viven en nuestra casa llegan a conocer quiénes somos realmente; este es nuestro primer campo misionero.

Varias veces he sufrido las consecuencias de no hablar las palabras adecuadas al dirigirme a mi esposo o a mis hijos. En su libro El arte perdido de pensar, el Dr. Neil Nedley habla de los “pensadores de todo o nada”, a quienes les gusta simplificar las palabras y utilizan solo extremos o absolutos. Por ejemplo: bueno o malo, magnífico u horrible. Menciona algunas de las palabras extremistas que usamos diariamente, y nos anima a cambiarlas y a cultivar un pensamiento más positivo. Palabras y expresiones como: siempre, nunca, deberías, todo, terrible, nada, horrible, totalmente, espantoso, completamente… ¿Nos suenan conocidas? ¡Cuán diferente sería nuestro hogar si tuviéramos más cuidado al usar estas palabras!

¿Cuántas veces hemos herido al ser amado con las palabras descuidadas que usamos? ¿Hemos preguntado alguna vez a nuestros familiares y amigos cómo suenan nuestras palabras en sus oídos? ¿Les inspirarán paz, o causarán ansiedad y enojo? ¡Cuán reconfortante es la reconciliación! ¡Cuántas veces, como esposa y madre, he tenido que pedir perdón a mi esposo y a mis hijos! Gracias a Dios, que transforma corazones.

Siempre hay retos que superar, y nuestro hablar es uno de los más grandes. La lengua es pequeña, pero poderosa para edificar o destruir. Evaluemos nuestras palabras y consideremos si son para bendición o si provocan dolor innecesario. Que nuestro hablar pueda reflejar el amor de Dios, y que los que nos rodean puedan ser bendecidos por nuestras palabras. Rindamos a Dios el control de nuestra lengua; y si caemos, que el Señor nos restaure.

-Maru McDonald.

Jardines DEL ALMA


Cuidemos Nuestra Salud

Qué es lo más importante que una persona debe cuidar? Su salud.

Muchas veces pensamos en trabajar duro, realizar muchas tareas, ser muy activo, poder dar la talla en muchas actividades, pero se nos olvida que, para logar todo esto debemos primero cuidar nuestra salud. Por otro lado si somos deportistas, nos dedicamos a entrenar duro, haciendo series muy fuertes, a mucha intensidad y realizando entrenamientos de largas distancias, pero se nos olvida que también lo más importante, lo verdaderamente importante es nuestra salud.
Sin salud no podemos trabajar, no podemos sentirnos bien, no podemos proveer a nuestra familia ni a nosotros mismos de un ingreso que nos permita vivir como deseamos. A la vez si somos deportistas, sin salud no podemos entrenar, ni competir, ni rendir adecuadamente.
De nuestra salud dependen nuestro estado de ánimo, nuestro deseo de trabajar, de realizar actividades, también de nuestra salud depende nuestro deseo de entrenar, nuestras fuerzas físicas y mentales; es por eso que la salud es la llave de nuestro éxito.

Qué podemos hacer para mejor nuestra salud física?

  1. Caminar al menos 4 veces a la semana por lapsos de más de 30 minutos. Cuando camine realice un movimiento amplio de con los brazos de tal manera que los mueva bastante para que esto ayuda a tonificar sus brazos y a la vez haga que su pulso cardiaco suba.
  1. Combinar trote – caminata rápida. Si podemos es mejor combinar el trote y la caminata, haciendo unos 3 minutos de caminata por 2 minutos de trote hasta cumplir 30 minutos.
  2. Combinar trote – carrera. Si queremos mejorar aún más nuestra condición lo optimo es correr al menos 4 veces por semana por periodos mayores a los 30 minutos. Podemos comenzar progresivamente aumentando cada 4 días el tiempo de carrera hasta sobrepasar los 30 minutos continuos. La diferencia entre trote y carrera es simple, el trote es correr muy suave y despacio, mientras que la carrera, es correr a velocidad media.
  3. Flexibilidad. Hagamos al menos 9 minutos de flexibilidad 3 veces por semana, durante estos 9 minutos trabajemos en forma igual tren inferior (piernas), tren medio (abdomen, lumbares), tren superior (brazos, hombros y espalda)
  4. Tonifiquemos nuestro cuerpo con ejercicios libres. En casa podemos  hacer ejercicios tales como lagartijas, tríceps (nos colocamos de espalda a una silla, apoyamos las manos en una silla y bajamos la cadera de tal manera que llegue lo más cerca del suelo posible), abdominales, lumbares, sentadillas, desplantes adelante (consiste en dar un paso adelante con un pie y luego devolverse a la posición inicial, trabajando así ambas piernas) y laterales (igual al anterior solo que desplazándose al lado, una vez nos desplazamos a la izquierda con el pie izquierdo y luego a la derecha con el pie derecho), multi saltos (saltos cortos hacia arriba), jumping Jack.
  5. Cada uno de estos ejercicios podemos realizarlos iniciando con 3 series de 10 repeticiones por semana e ir aumentando cada semana 4 repeticiones más hasta llegar a realizar 3 series de 30 repeticiones de cada ejercicio.


lunes, 2 de febrero de 2015

Nuestros orígenes


No penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras. Mateo 3:9.

Los judíos se jactaban de ser mejores que otros pueblos porque eran descendientes de Abraham, y creían tener derecho exclusivo a las bendiciones de Dios. A causa de que en el pasado Dios les había concedido un privilegio tan grande, consideraban que sus pecados debían ser disculpados. Además, se consideraban mejores que otras razas o pueblos. Toda esa soberbia no hizo más que obstaculizar su comprensión de la verdad, especialmente en relación con la venida del Mesías. De modo que Dios tuvo que recurrir a los “paganos” para anunciar a Israel el nacimiento del Mesías: “Mediante los sabios [de Oriente], Dios había llamado la atención de la nación judía al nacimiento de su Hijo” (El Deseado de todas las gentes, p. 34).

¿Por qué tuvo Dios que recurrir a los “paganos” para proteger al niño Jesús en Egipto? La verdad es que entre los maestros hebreos había tanto orgullo, soberbia y crueldad que el Padre celestial tuvo que recurrir a otros para cumplir la misión del Mesías. De esta manera el Señor “proveyó en una tierra pagana un refugio para María y el niño Jesús. Y mediante los regalos de los magos de un país pagano, el Señor suministró los medios para el viaje a Egipto y la estadía en una tierra extranjera” (Ibíd., p. 48).

¿Acaso consideramos que el hecho de ser creyentes nos faculta para despreciar a quienes piensan distinto? Creo que el cristianismo no consiste en esto. Más bien, el Señor nos ha enviado a este mundo como mensajeras de paz, esperanza y amor, y no tanto como juezas de las acciones de los demás. Para eso está el diablo, el “acusador de nuestros hermanos”.

Este día te invito a apreciar y a mirar con ojos de amor a las personas que no son de tu fe. Puedes ganar más mediante la cortesía y el buen trato que reafirmando las grandes diferencias que tienes con los demás.

Gabriela Hernández de Medina.


domingo, 1 de febrero de 2015

Manos de liberación


Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Mateo 14:29-31.

Tendemos a meternos en problemas. Pedro no era la excepción.

Esta vez se atrevió a pedirle a Jesús que le permitiera andar sobre el agua. Eso era humanamente imposible. Los equilibristas pueden caminar sobre una cuerda, los faquires andar sobre brasas o vidrios, y casi todos podemos trepar un peñasco, pero hay algo que nadie puede hacer: caminar sobre el agua.

A menudo pensamos que Pedro fue atrevido por lo que pidió. Pero quizá Pedro eligió bien. Soplaba un fuerte viento, el barco se estaba llenando de agua, comenzaba a hundirse, y se dio cuenta de que el único lugar seguro era al lado de Jesús. ¡Oh!, ¡si escogiésemos ir a Jesús cuando rujan las tormentas en nuestras vidas! Pero a veces no nos atrevemos a pedirle a Jesús que nos ayude “a caminar sobre el agua”. Nos quedamos en nuestro barquito sacudido por las olas, y no tenemos el valor de caminar hacia Jesús. ¡Once discípulos se quedaron en un barco zozobrante, y solo uno caminó hacia Jesús!

Sin embargo, cuando comenzó a caminar, tuvo temor. El viento aullaba y su fe flaqueó. Apartó la vista de Jesús y comenzó a hundirse. Pedro debe de haber sido un buen nadador, pero nadie está preparado para enfrentar el oleaje en una gran tormenta. Y Pedro clamó: “¡Señor, sálvame!” No había tiempo para embellecer la oración con palabras, no había tiempo para arrodillarse. Era una oración de desesperación, corta y al punto.

Quizás esa es la verdadera oración: la que proviene de aquel que sabe que no tiene otra salida, y que su única liberación puede venir de Jesús. Y Jesús extiende su mano y lo salva. ¿Será que en este momento los vientos y las tormentas de la vida te hacen sentir que te estás ahogando? ¿Será que tu fe o tu vida espiritual están zozobrando? La mano amorosa y fuerte de Jesús está a tu alcance, lista para responder a tu clamor. Porque las manos de Jesús son manos de liberación.

Manos de bendición

Entonces tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partió los panes, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante; y repartió los dos peces entre todos. Y comieron todos, y se saciaron. Marcos 6:41, 42.

Las manos de una persona nos dicen mucho acerca de ella. Si vemos a un adulto con las manos y las uñas negras, pensamos que es un mecánico. Si alguien tiene manos delicadas, tal vez trabaja en una oficina.

¿Cómo habrán sido las manos de Jesús? Eran fuertes y con dedos gruesos, a causa del trabajo en la carpintería. Sin embargo, la forma en la que Jesús usó sus manos en su ministerio terrenal nos dice mucho de su persona. Las suyas eran manos de bendición.

Luego de haber escuchado durante todo el día a Jesús, una multitud de más de cinco mil personas ya mostraba signos de hambre y cansancio. Jesús quiso alimentarlas para que no regresaran a sus pueblos con hambre. Pero lo único que tenían eran cinco panes y dos peces entregados por un niño. Jesús usó lo que había: tocó los panes con sus manos, los bendijo y se multiplicaron. Él podría haber dicho “que haya pan”, así como lo hizo en la creación; sin embargo, prefirió multiplicar lo que tenía en sus manos. Podría haber creado una mesa llena de manjares, pero no lo hizo. Usó lo poco y sencillo que había. Jesús bendice lo poco y sencillo que tengamos.

Dios está listo para abrir sus manos y darnos su bendición. “Los ojos de todos se posan en ti, y a su tiempo les das su alimento. Abres la mano y sacias con tus favores a todo ser viviente” (Sal. 145:15, 16, NVI). A veces nos cuesta abrir las manos para dar. Pero Dios no es así; con solo abrir su mano puede abrir las compuertas de los cielos y colmarnos de bendiciones, aunque no lo merezcamos.

Sin embargo, para que Jesús bendiga algo, tú tienes que dárselo. Él no habría bendecido los panes si el niño no se los hubiese dado.

¿Qué necesitas hoy de Jesús? ¿Será que necesitas que bendiga tu cuerpo para que recuperes tu salud, o tu matrimonio, o tus finanzas? ¡Entrégaselos hoy, porque las manos de Jesús son manos de bendición!


¿Rosa o clavel?


Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro se enmendará el corazón. Eclesiastés 7:3.

Anita quedó con su hogar deshecho y su alma desolada, dos hijos que criar y muchos desafíos. Luego, por testificar de Cristo, perdió su trabajo. Ahora corría el riesgo de perder también su casa. En medio de todo, lidió con la enfermedad de varios familiares, y la fría mano de la muerte le arrebató a su hermana. Entonces su salud se quebrantó.

Cuando afrontes dificultades, no te sientas desdichada. Piensa que este desafío te fortalecerá y hará de ti una mejor persona. Si todo en la vida fuera fácil, bueno y positivo, si tuviéramos todo lo que anhelamos o creemos necesitar, no conoceríamos la esperanza, no habría lugar para soñar, ni motivación para alcanzar nuevas y elevadas metas. Si todo fuera luz, no disfrutaríamos la hermosura de una noche estrellada. Si todo fuera sol, ¿dónde estaría la noche para soñar y cantar, para amar y suspirar a la luz de la luna? Perderíamos el solaz que trae consigo un bello atardecer e ignoraríamos la esperanza que acompaña cada amanecer. Si no existieran la lluvia fría y el viento invernal, no sabríamos valorar la protección del más humilde hogar y el calor de la hoguera. Quien no conoce la escasez, no aprecia la bendición de la abundancia.

En la dificultad se manifiesta el carácter. Nuestra reacción frente a la prueba exhibe nuestro carácter. Sin tropiezos, no aprenderíamos del esfuerzo, la perseverancia, la mansedumbre, la tolerancia, la paciencia… Estas y otras virtudes son las flores que brotan como resultado de las tormentas que una vez parecieron ahogarnos y arrancarnos de nuestro suelo; flores que adornarán nuestro jardín, e infundirán alegría y felicidad a quienes pasen por nuestro huerto.

Anita tiene un Amigo y Compañero que nunca le da la espalda. Confía en Cristo Jesús. Él ha suplido cada necesidad y le ha dado fuerzas para afrontar cada día. Su salud mejoró notablemente.

Amiga, frente a la prueba, alégrate con la expectativa de crecer y de ver otra hermosa flor brotar en tu jardín. ¿Será una rosa o un clavel? Tal vez sea un blanco y nítido lirio que revele la pureza de Cristo en ti.


Mete tu espada en su vaina


Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Juan 18:11.

Cuando tuve problemas con mi computadora portátil (notebook), los peores pensamientos llegaron a mi cabeza. Imaginaba todos mis archivos perdidos y, afligida, intentaba tocar cuanto botón encontraba para intentar arreglarlo. Al fin, en medio de mi desesperación, mi esposo sugirió que llamara a la compañía de la garantía para que ellos mismos lo arreglaran. Llamé al servicio técnico y, en menos de una hora, mi notebook volvió a funcionar normalmente. ¡Qué alivio!

En su afán por defender al Maestro, Pedro cometió una equivocación que le costó la reprensión de Jesús: “Mete tu espada en la vaina”. Durante el tiempo en que Jesús había estado con él, aún no había conocido ampliamente el plan de salvación, pues no había nacido del Espíritu. Tenía una visión terrenal, física, meramente carnal; pero Jesús le recordó su misión: “La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” Con frecuencia nuestra visión humana nos lleva a cometer errores de apresuramiento y, una vez tras otra, nos equivocamos queriendo arreglar todo por nuestra propia cuenta. Si entendiéramos realmente el plan de Dios para nuestras vidas, las historias que tendríamos para contar serían otras. “Nadie planifica el fracaso”, reza un dicho popular. Sin embargo, como hijos e hijas de Dios, planeamos el fracaso cuando no dejamos que él dirija nuestra vida. En su Palabra está la clave del éxito; y si somos guiados por ella, no habrá lugar para el fracaso.

José lo hizo. No se desesperó. No intentó hacer su propia voluntad. Y Dios le dio el éxito. El confiaba en el plan divino para su vida y fue obediente en todo momento.

Padre celestial: Es difícil entregarte mi voluntad cuando estoy acostumbrada a dirigirla por mí misma. Es difícil obedecer cuando las cosas no parecen adaptarse a mis intereses personales. Por eso, te ruego que tomes mi voluntad y la sometas a la tuya; que cada día me des el gozo de sentarme a tus pies y alimentarme de tu Palabra, que guía al pleno conocimiento de tus planes para mí, pues siempre son los mejores. ¡Amén!.-Kenny Judith San Juan Murillo.


Dios nos avisó a tiempo


“¿Qué pues diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31.

Una noche fría, en Uruguay, uno de nuestros hijos salió para hacer un recado. Él tenía muchos deseos de estudiar en la Escuela Industrial y estaba ahorrando el dinero necesario. Estábamos conversando, con mi esposo y los otros cuatro hijos, sentados uno al lado del otro cuando, de pronto, escuchamos unos gritos aterradores detrás de la puerta y alguien que golpeaba desesperadamente. La voz nos decía, con gritos estridentes: “Don Rodríguez, se llevan a su hijo, lo han asaltado, lo están golpeando y se lo llevan hacia el arroyo. Después de que lo maten lo tirarán al agua desde el puente. Corra para ayudarlo, corra o lo matan”.

Mi esposo salió corriendo. Yo quise ir con él, pero no vimos a nadie. En la calle no había ni una sola persona y nos quedamos asombrados. Mi esposo corrió hacia el arroyo y me pidió que me quedara para cuidar de mis otros hijos. Caí de rodillas y oré con todo fervor y angustia: “Señor, salva a mi hijo, cuida de él”.

Estoy segura de que un ser celestial tocó nuestra puerta. Nuestra casa estaba muy iluminada, y la calle donde vivíamos también lo estaba. Esa noche se veía claramente que por la calle no caminaba nadie y estaba todo en silencio. ¡Qué extraño! Estoy segura de que antes de que yo hiciera mi oración, el socorro del Señor ya estaba con mi hijo.

Cuando llegaron a casa me sorprendí aún más al ver que mi hijo no tenía ni un solo rasguño. ¡Maravilloso Dios! Él había cumplido su promesa de responder antes de que yo se lo pidiera. Cuando nos fuimos a descansar, agradecidos a Dios por el milagro, mi esposo me dijo: “Querida, tú sabes todas las cosas que te he dicho respecto a tus creencias y la fe que profesas. Pero hoy no sé qué decir por lo que he visto. Nos tocaron la puerta y gritaron, pero cuando fuimos a ver no había nadie. En la calle no había gente, pero a nuestro hijo lo estaban asaltando y Dios lo cuidó y protegió”. Yo sí sabía qué decir: “Gracias, Señor, no solo por cuidar de mi hijo sino por tocar el corazón de mi esposo”.

Amiga, el Señor usa impensadas estrategias para hacernos conocer su verdad y aceptar a Jesús como nuestro Salvador.



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