“Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas”. Salmo 126:6.
Se acercaba la campaña “Caleb” (proyecto evangelizador de quince días). En toda la misión había mucha expectativa por este evento. Casi mil jóvenes se inscribieron para participar.
Acordamos que nuestras hijas participarían este año, Carito y Rocío aceptaron el desafío. Beatriz no estaba convencida y le preguntó a mi esposo si la campaña es obligatoria o voluntaria, a lo que él respondió: “Es voluntaria, pero para ti es obligatoria”.
No muy convencidas alistaron sus cosas y salieron hacia el lugar donde estaban concentrados los jóvenes. Yo estaba preocupada porque el grupo que habían formado se disolvió y solo quedaban ellas. Al llegar al lugar de concentración, me pregunté si algún grupo aceptaría a mis hijas. Gracias a Dios lo encontré: un hermoso grupo liderado por Nora y Marisol, dos hermanas muy misioneras.
Las chicas fueron “andando y llorando”. Cuando llegaron al lugar, las incomodidades y el clima las hacían flaquear y quisieron regresar. Levantarse a las 4:00 para hacer su devoción personal, asearse, preparar sus alimentos e ir a buscar a las personas para darles estudios bíblicos, las agotaba. Por la tarde debían atender un promedio de cincuenta niños, y por la noche al grupo de adultos, ansioso por escuchar la palabra de Dios.
Después, reunidos en su lugar de descanso evaluaban el trabajo del día y oraban por la campaña.
Poco a poco el trabajo les hizo olvidar las incomodidades y se involucraron por completo, especialmente la segunda semana, al ver el cariño de la comunidad y el respeto de las autoridades locales.
Beatriz dijo: “Y pensar que no quería venir… ¡Todo lo que me hubiera perdido!”. El grupo “volvió con regocijo trayendo sus gavillas”. Mis hijas pudieron ver el fruto de su trabajo: catorce personas entregaron su vida a Jesús, y muchas más escucharon de su amor.
El grupo quedó muy unido. Llegaron a quererse como verdaderos hermanos, se ayudaron mutuamente, lloraron y gozaron juntos las bendiciones.
Nada hay que dé más felicidad que compartir el amor de Dios y la bendita esperanza de su regreso.
DEVOCIÓN MATUTINA PARA LA MUJER 2014
DE MUJER A MUJER
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