No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente.
Todavía me acuerdo de aquel joven alegre y lleno de vida sentado a la mesa, a la hora del almuerzo. Dieciséis años. Ojos azules y muchas ganas de vivir. Hijo único y orgullo de sus padres. El hombre de cabellos color de plata, miraba al hijo y decía: "Va a ser médico y cuando se gradúe, voy a vender la mitad de la hacienda para que tenga su propio hospital". Planes, sueños, proyectos que todo padre hace en torno del hijo amado.
Tres años después volví a aquella ciudad y el padre desesperado me buscó. Su hijo estaba completamente destruido. Parecía una fiera enjaulada, amarillo, lleno de tics nerviosos, no tenía ni siquiera el coraje de levantar la cara y mirarme.
-¿Que hicieron con su hijo? -le pregunté.
-Fueron los falsos amigos los que lo llevaron a las drogas. Ahora, eso es lo que queda de aquel joven bonito que usted conoció un día -fue la respuesta de aquel padre, que lloraba desesperadamente.
¡Hombres "que andan simuladamente"! Esos hombres no aparecieron en el siglo XXI, ya existían en los días de David. Llegan hasta ti como que no quieren nada o tal vez diciendo que quieren tu bienestar. Conquistan tu confianza, ganan tu admiración, y cuando tú menos lo esperas, te muerden como una cobra venenosa.
Y eso no sucede solo con jóvenes inexpertos. Los falsos simuladores están todos los días, en todos los lugares. En el trabajo, en la calle donde tú vives, en el colegio.
David decía con convicción: "No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente". ¿Y qué en cuanto a ti? Pídele a Dios que abra tus ojos para descubrir quién es falso y simulador. Pídele a Dios que ponga colirio en tus ojos para ver la diferencia entre la paja y el trigo.
No te ausentes de la vida. Participa en tu comunidad. Sé amigo de todos, extiende la mano a todos. Tan solo haz como David. No te sientes con ellos, no participes en sus planes ni en sus ardides, porque ese camino, tarde o temprano, te destruirá.
Hoy es un nuevo día para repensar tus valores y tus amistades. Un día para volver atrás y corregir los errores. Esa es la maravilla de todo nuevo día.
Antes de iniciar tus actividades hoy, di como el salmista: "No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente".
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