«Canten alegres a Dios, nuestra fortaleza; aclamen con regocijo al Dios de Jacob! Entonen salmos! Toquen ya la pandereta, la lira y el arpa melodiosa!». Salmo 81: 1-2, WI
LOS CANTOS DE ALABANZA surgidos de un corazón regenerado, ferviente y rebosante de amor, glorifican a Dios Las desagradables pequeñeces, que todos los días nos incomodan, no afectan negativamente a quienes han asumido íntegramente las amonestaciones e instrucciones de la Palabra de Dios, y buscan con oración conocer y practicar la voluntad divina.
La gratitud que los llena y la paz de Dios que predomina en ellos, los induce a entonar en sus corazones alabanzas al Señor, y hablar de la deuda de amor y agradecimiento que tienen con nuestro querido Salvador, que nos amó hasta el extremo de morir para que nosotros pudiéramos vivir.
— Testimonios para la iglesia, t. I, p. 446, . Los hijos de Dios no hemos de estar sujetos a nuestros propios sentimientos y emociones. Cuando fluctuamos entre la esperanza y la incertidumbre, el corazón de Cristo es herido; porque él nos ha dado inconfundibles evidencias de su amor.
El Señor desea que permanezcamos fortalecidos y cimentados en la sacrosanta fe, y asimismo desea que cumplamos con la misión que nos ha confiado. Así nuestros corazones quedarán en las manos divinas como arpas sagradas, cada una de cuyas cuerdas proclamará alabanza y acción de gracias a Aquel que Dios ha enviado para quitar el pecado del mundo.
— Testimonios para los ministros, cap. 18, p. 528, adaptado. «Por eso debemos alabar siempre a Dios por medio deJesucristo. Esta alabanza es el sacrificio que debemos ofrecer. iAlabémoslo, pues, con nuestros labios!». Hebreos 13: 15, DHH