martes, 14 de abril de 2015
Habla solamente lo bueno
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. Éxodo 20:16.
Has notado que gran parte de lo que hacemos, en nuestras relaciones personales, si no la mayor parte, es hablar? El don del habla tiene un poder extraordinario. Un par de palabras de estímulo pueden levantar el ánimo e inspirar nuevas fuerzas y esperanza a una persona angustiada, deprimida o amargada. De igual modo, tan solo una palabra de crítica, censura o agresión puede hundir a nuestro prójimo en el dolor, la tristeza o la angustia.
El mandamiento en el que estamos reflexionando hoy procura proteger a los seres humanos del flagelo de la calumnia. Nos dice, en primer lugar, que no debemos hablar “contra” nuestro prójimo. Es decir, lo que digamos, cada palabra de nuestra boca, debe ser “a favor” de nuestro hermano, para ayudarlo, estimularlo, sanarlo y bendecirlo, y no “contra” él, para dañarlo, herirlo o minimizarlo, aun cuando lo que digamos pueda tener algún contenido de verdad.
En segundo lugar, nos pide que nuestras palabras, en relación con nuestro hermano, sean siempre veraces. Ya es bastante malo hablar “contra” nuestro semejante; pero, si además, lo que decimos es una mentira, una calumnia, el daño es muy profundo.
Nuestro propósito, como hijos de Dios, que hemos conocido el amor misericordioso, comprensivo, perdonador y sanador de Jesús, es hacer todo lo posible por ayudar, fortalecer, edificar y salvar a quienes nos rodean, y nunca hacer algo que los hiera o perjudique.
Por otro lado, el mandamiento, en forma indirecta, apela a que seamos veraces, a que siempre digamos la verdad. Quien siente que, para conducirse en la vida, tiene que recurrir a la mentira, a la distorsión o a la exageración muestra debilidad: no tiene limpia la conciencia, y debe esconder sus faltas; o no tiene la suficiente fortaleza y valentía moral para defender sus convicciones o hacerse cargo de sus actos y decisiones; o cree que debe agrandar demasiado los hechos para que le crean. En cambio, la persona veraz es dueña de sí misma, no tiene vergüenza de ser lo que es, de expresar sus pensamientos, y está convencida de la realidad y veracidad de lo que dice, y está dispuesta a hacerse responsable de sus actos, porque su conciencia es íntegra.
EL TESORO ESCONDIDO
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