Ha empezado este día y te has levantado, otro día más en esta tierra, con nuevos retos y nuevas cosas por experimentar. Nadie sabe que deparará este día, nadie sabe que habrá para contar cuando llegue la noche y cierren las horas que culminan esta hoja del capítulo, solo sabemos que habremos ganado más experiencia y cosas que contar. Unos días habrán sido buenos, muy buenos y otros días quizá no tanto pero al final todo eso nos lleva a concluir que obtuvimos experiencia, a veces tanta en un tema que pensamos que estamos listos para colocarnos frente a un auditorio y dar una cátedra acerca de eso, cuando lo mejor de todo esto es que nunca acabamos de aprender.
La mucha experiencia o conocimiento de algo nos hace sentirnos seguros, creemos que somos los mejores en el tema y sin darnos cuenta, el momento en el que más fuertes o seguros nos sentimos acerca de algo en nuestras vidas, es cuando más vulnerables nos encontramos.
Quizá hay algún aspecto de tu vida en el que sientes que has vivido tanto y conoces tanto del tema, sus consecuencias, sus beneficios en fin, tanto, que sería prácticamente imposible defraudar a Dios con eso. La seguridad en tu corazón te hace ciego al pensar que el conocimiento del pecado y de Dios te va a mantener lejos de caer. Pero que equivocados estamos cuando pensamos esto, mi querido amigo, conocer a la perfección el pecado e incluso conocer a la perfección a Dios, no te servirá de garantía para mantenerte firme, por el contrario tu conocimiento será el hueco que tú mismo has cavado para caer, si este te hace pensar que estás lo suficientemente equipado para vencer. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” dice 1 Corintios 10:12.
Dios ocupará el tiempo necesario en tu vida para mostrarte que tu aparente firmeza no sirve de nada si no proviene de él. ¿Qué tanto sabes de Dios? ¿Qué tanto hablas de él durante el día? Quizá sea mucho, pero ¿de qué están llenas esas palabras? ¿De qué está lleno ese conocimiento?
A veces cuando nos encontramos tan llenos de algo, llega un punto en el que olvidamos su importancia, olvidamos su relevancia, olvidamos para qué está allí. Dios no puede ser en tu vida algo de lo que conozcas mucho, o algo en lo que creas mucho, Dios no puede ser en tu vida algo que te hace parecer intelectual y muy culto, Dios no puede ser eso de lo que te has olvidado para qué está allí. Dios necesita ser en tu vida ese alguien de quien dependas en cada respiro, en cada latido, en cada caminar. Y depender de él es reconocer que nada de lo que tú puedas llegar a conocer, aprender o entender será capaz de salvarte de caer, lo único que hay en ti lo suficientemente seguro es tomar la decisión de depender de él. “Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible”. (Mateo 19:16)
Hoy es un día para ver a Jesús mirándote decirte que aunque para ti sea imposible, para Dios todo es posible, hoy es un día para empezar a depender realmente de ese Dios que te ama y quien por ti su vida dio.
Escrito por: Jazmin Barros